POLÉMICA SOBRE EL RÉGIMEN DE EXCEPCIÓN
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Uno de los temas más polémicos
actualmente para críticos y adeptos del gobierno es el “Régimen
de excepción”. El actual mandatario, Nayib Bukele, ha presentado
la iniciativa como una respuesta radical al alza de homicidios
recientes atribuidos a las pandillas. Existe una miscelánea de
comentarios encontrados, en su mayoría sesgados por el fanatismo
político. Por una parte, existen quienes consideran irrefutablemente
que la aprobación de este mecanismo jurídico estatal, que restringe
algunos derechos y garantías fundamentales, es un recurso necesario
e indispensable para atacar frontalmente el fenómeno social
delincuencial que por varios años ha puesto en jaque la seguridad
física y económica de la ciudadanía; mientras otros defienden que
la adopción de esta medida extrema constituye una amenaza, pues ha
permitido que se abra la puerta a muchas violaciones de los derechos
humanos de personas que no pertenecen a los grupos delictivos
perseguidos. Una breve mirada retrospectiva hace comprender con más
claridad cada una de las posturas planteadas anteriormente. No debe
olvidarse que, desde que las pandillas comenzaron a gestarse y
expandirse en el territorio nacional, la sociedad civil se fue
sumergiendo paulatinamente en un ambiente sombrío, tenebroso y
mortal. La agenda popular de estos grupos delictivos ha incluido
extorsión, contrabando de armas, robos y asesinatos crueles de
muchos inocentes, por encargos. Una de las masacres más grandes,
cometidas por las pandillas en El Salvador, tuvo lugar el 20 de junio
de 2010 en Mejicanos. En esa ocasión murieron 17 personas que se
transportaban en un microbús que fue quemado; algunos pasajeros
murieron mientras intentaban escapar de las llamas. Ese acto de
crueldad causó verdadera conmoción en la población. Esta masacre y
muchas otras comenzaron a sembrar en el corazón de muchos ciudadanos
sentimientos de impotencia, odio y resignación. Como consecuencia,
según los comentarios que se leen en las redes sociales, cuando se
da la noticia del asesinato de un pandillero es motivo de regocijo
colectivo de muchos que seguramente, directa o indirectamente, se han
visto afectados por ellos. En un segundo momento se encuentran las
personas que consideran que el régimen de excepción es la máxima
expresión de la violación de los derechos fundamentales de los
salvadoreños en pleno siglo XXI. Se debe tener en cuenta que en El
Salvador se ratificaron los derechos humanos después del conflicto
armado. Aquí deben acotarse dos tendencias que convergen con razones
divergentes: los que argumentan eso para defender intereses mezquinos
particulares y los que lo hacen porque han observado actos
arbitrarios de parte de las autoridades civiles para con personas que
son presuntamente inocentes. En otras palabras, el escudo de los
derechos humanos es utilizado por muchas personas que, en efecto,
pertenecen a estos grupos delictivos, y que, en virtud de las
circunstancias han recurrido a esconderse donde sus posibilidades se
los permita; y también es reclamado con total razón por quienes son
víctimas de las disposiciones arbitrarias de la autoridad local, es
decir, quienes son inocentes y han sido aprisionados por mentiras o
envidias. En suma, a la luz del panorama actual, continúan alzando
la voz los defensores de las diferentes posturas. Unos exigen el cese
del Régimen de Excepción, mientras otros piden una especie de
prórroga indefinida. Cada uno responde a su experiencia. ¿Y tú,
querido lector, qué opinas sobre este tema?
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